lunes, 29 de julio de 2013

Una noche en la playa

-Escucha, fuiste tú quién propuso venir, ¿ahora te echas atrás?
-Claro que no... La espesa arena retrasa mis pasos.
-¡Qué creíble suenas! Jajaja, al final seré yo la valiente...
-¿Me estás llamando cobarde?
-Noooo... ¿En qué te basas? Jajaja
-Grrr...
-¡No me toques! Suelta mi brazo, te lo ordeno.
-Lo haré en cuanto dejes de mirar mis labios, nena.

-¡Tonto el último!
-¡Corro más que tú listilla!
-Seg...gu...ro... ¡PssSS!
-¡Te cogí! Qué cintura más estrecha chica, deberías empezar a merendar o algo así...
-Ya lo hago señorito.
-Mmmmmm.
-¿No me crees?
-No, no es eso, estaba pensando en que...
-¿En que...?
-En que puedo hacer así, cogerte, en, brazos, y... Tirarte al agua jajaja.

-¡Eso! ¡Corre!
-Jajaja pareces un caniche mojado, adiós a tus rizos.
-¿Qué haces con eso? Como oses sacarme una foto...
-¿Solo una? Eh, eh, eh, no me salpiques que tengo el móvil.
-Haberlo dejado en el coche.
-Haberte dejado en el coche.
-Te aburrirías, admítelo.
-Es cierto, pero tendría un móvil seco.
-Y el pelo seco.
-Y la sudadera seca.
-Y los labios secos...

-¡Qué agradable los pies en la arena!
-Tengo buenas ideas.

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