miércoles, 23 de noviembre de 2011

Dedicado a Bea Rico



Abrí la puerta del pequeño armario del baño, de ahí saqué el secador. Lo enchufé y encencí, luego me senté con pereza encima de la tapa del báter, simplemente dejé caer todo mi peso sobre ella. No tenía ganas de dirigir el secador a mi pelo, estaba cansada... O triste.
Observé el lavabo situado en diagonal con mi asiento y me quedé embobada mirando los pelos enganchados por el agua al mármol.
Secador... ¿Pelos pegados al lavabo?
Ahí fue cuando se me ocurrió despegarlos utilizando mi arma letal expulsator air 3000.
Por eso, cuando entraste al baño, me encontraste en ropa interior, apuntando con el secador hacia el lavabo y con los ojos propios de un yonkie viciado.

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