-No me gusta la gente que sabe chiringar agua de entre los dientes.
Y como un niño pequeño, como un gran niño feliz, dejó caer sus brazos en el agua transparente a nuestros pies con la intención de salpicarme.
-Así me gustas más. -dijo mientras se acercaba hacia mi.
Me sumergí en el agua antes de que pudiera tocarme y noté como sus brazos me arropaban e intentaban elevarme hasta que me dejé llevar.
Y lo miré con la boca llena de agua tan ensimismada e hipnotizada por su presencia como siempre. Me miró con confusión y luego comprendió.
-No oses...
-Demasiado tarde. - pronuncié después de cometer mi delito, con un aire de picardía.
Y me desprendí de él y empecé a bucear hacia el otro lado de la piscina lo más rapido que pude hasta que sus manos acariciaron mis piernas y las hicieron retroceder.
-Pues tu también me gustas más así. Seco en una piscina parecías tonto.- y le sonreí con ganas y con una dulzura inusual que crecía sin yo pedirlo.
Ahora él se quedó en silencio.
-¿Por que me miras así?-pregunté al borde de tartamudear.
Me imponía, no lograba despreciar ni un segundo a su lado. Eran oro.
No contestó. Me di cuenta de que estaba otra vez entre sus brazos y con los míos en su pecho. Ya no me podría liberar. Mejor.
Me estrechó con tanta fuerza que casi perdí la facultad de respirar pero no me importaba, lo quería tener aun más cerca. Me dió una vuelta en el aire y me dejó en el suelo azul para nuevamente recogerme dejando caer todo mi cuerpo en sus dos brazos. Acerqué mis labios levemente húmedos a su cuello y lo besé, él me estrechó.
Y otra vez se aceleró el ritmo de nuestras acciones. Rápido me volvió a poner en la posición inicial y rápido mi corazón latía con más fuerza.
Un abrazo inmenso. Un abrazo notando cada uno de sus músculos tocando mi piel. Mi diafragma se fundía con su pecho, mis labios tocaban su cuello y sus traviesas manos recorrían las curvas que las llevaban hasta mi cintura.
-Tiemblas.
-Tengo frío.
Vi en sus ojos el reflejo de unos labios gélidos y morados.
-Vamos.
Salió el primero de la piscina y supe con su mirada que tenía que esperar.
Me cojió por la cintura y tiró hacia arriba. En dos segundos volvía a estar en mi propio cielo.
Y allí estábamos los dos, dejando correr el agua caliente de una ducha que posiblemente abría presenciado escenas muy parecidas a esta. Pero no tan perfecta, eso era imposible, al menos para mi.
-¿Ahora? Sigues teniendo frío?
-Si.
Me empujó contra él.
-Y, ¿ahora?
-Uhum... -pronuncié mientras dejaba caer mi cabeza sobre su pecho.
Dejó correr sus desdos bordeando mi cuerpo hasta posar sus manos sobre mi cintura.
M... nunca me acostumbraría, seguiría sintiendo ese fuego dentro de mí.
Se agachó y acercó sus labios a mi cuello mientras notaba como su boca dibujaba una sonrisa con segundas intenciones. "Que vas a hacer trenco..." pensé.
Me mordió el cuello y noté sus dientes sobre mi piel ya caliente mientras mi fuego interno crecia, mientras el me besaba.
-¿Por que paras?
Me echó la lengua y me apartó de su cuerpo. La pared paralela a la suya no era tan apetecible.
Vino hasta mí, apolló su cabeza contra la pared quedando boca abajo y miré flexionando las piernas hacia arriba. Sus ojos... Marrones y profundos.
-Dios... Pequeña... Te odio. "Tentación..."
Y me abrazó.
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