martes, 26 de enero de 2010

Sueña, pequeña, es lo único que te queda

Verde y negro. Verde, negro y blanco.
Ojos.
Ojos verdes y pestañas y lágrimas adornándolas.
 Miro al frente y pienso de repente en la causa de mi tristeza.
Está enterrada bajo una capa de negatividad cedida por sus manos, por lo cual abandono mi ansiedad por saber. Él.
Ya solo me dejo llevar por la intensa agonía.

Todo cambia de repente.

Una gota de agua vuelve a pasar frente a mis ojos empapados de soledad.
Y los abro lentamente hipnotizada por aquel cúmulo de inocentes particulillas callendo.
Inocentes.. Eso creía la primera vez que me envolvieron con su belleza. Algo tan pequeño y capaz de transportarte a un mundo ireal era imposible de encajar en mi mentalidad.
Nada es imposible ahora.
Y la gota se convierte en gotas. Las olas lentamente me envuelven y me reflejan en un espejismo infinito hasta por fin llegar a mi destino.
Sola, vuelvo a estar sola en una dimensión pintada de blanco. ¿Que pasará esta vez?
Tal vez muera y mi sangre dibuje lineas sobre la pared, de ese modo perdería su color habitual y no volvería a estar allí, en blanco.
Espero y la gota de agua que caía llega al parqué de una habitación que conocía ya de sobras.
Su habitación.

Sin ganas de continuarlo...

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