Era viernes en noviembre,
me duchaba y en la mampara
se escurría tu nombre.
La luz templada, viajaba a antaño
cuando cantando, te escuchaba,
entendía el desorden.
Dime tú, una vez más voz profunda,
que no existe jefe en este mundo
que juntos somos fuertes,
siempre hemos sido hermanos...
Tú me entiendes.
Yo te entiendo,
¡ahora espera al mundo entero!
Quizás las utopías sean posibles solo cuando no nos falte de nada.
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